Ciberseguridad e inteligencia artificial (IA), confianza y transformación digital, regulación y mercado son algunas de las claves que surgen del informe titulado “Estado de la ciberseguridad en Colombia”, que presentó la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones (CCIT) y el Departamento de Derecho, Comunicaciones y Tecnologias de la Información y Tecnologías de la Información de la Universidad Externado de ese país. Allí, se detallan aspectos del ecosistema local y regional, y de los sectores públicos y privados, pero también la sociedad civil.
“Colombia se enfrenta a un incremento de ciberamenazas, ciberataques y delitos informáticos, siguiendo una tendencia mundial en el mismo sentido” comienza el documento que cita datos de Sonicwall donde se pondera que la región registró un alza del 51 por ciento en sus ataques de ransomware, y del Centro Cibernético de la Policía Nacional del país donde se advierte que en 2024 se realizaron 77.866 denuncias por delitos informáticos y que eso significó un incremento del 23 por ciento en la comparación interanual.
¿En qué contexto surge este documento?
La discusión sobre la ciberseguridad en el país no es nueva en Colombia. Desde hace tres años allí se debate sobre la creación de una agencia nacional para la ciberseguridad local, cuyo principal promotor fue y es Saúl Kattan, consejero presidencial para la Transformación Digital colombiana. Una letra que bien se complementa con otras surgidas después, como la de su Política Nacional de IA con foco en el desarrollo ético o la propuesta de actualizar su legislación de datos; y hasta la iniciativa de achicar la brecha digital en el marco de un propósito productivo.
Se enmarca, además, en pleno proceso de despliegue de la quinta generación móvil, a un año de realizada su subasta, y en un largo camino para resolver la cuestión de la alfabetización poblacional y de la creación de talentos digitales a través de un pacto común y de estrategias alternativas para conectar las zonas más alejadas. En lo que al mercado telco respecta, se consolida y se concentra, tras la venta de Telefónica a Millicom y el salvataje a WOM Colombia, por citar dos ejemplos que reflejan las dificultades del caso.
Lo que hay y lo que falta
Este informe cruza datos de contexto, políticas públicas, indicadores de mercado y coyuntura internacional para precisar que las empresas locales tienen un bajo uso y nivel de apropiación de las tecnologías digitales, especialmente entre las emergentes; y cita indicadores que lo ubican 33 en el uso de big data y analítica por parte de empresas entre 67 países o economías consideradas. Inclusive, lo ubica por debajo del promedio en lo concerniente al gasto que realizan las empresas en procesos de transformación digital.
También repasa los indicadores de conectividad fijos y móviles. En el primer caso recuerda que el país registró un gran despliegue de fibra óptica que pasó de representar el 22,4 por ciento del total de los accesos a Internet fijo en el cuarto trimestre de 2021 al 40 por ciento al cierre del segundo trimestre de 2024, con 3,6 millones de accesos. Y eso, a su vez, se tradujo en una mejora en la experiencia de uso y de los niveles de descarga promedio.
Respecto a Internet móvil, la tecnología 4G se logró consolidar como la principal tecnología de acceso, con un lento pero sostenido avance de 5G. Cita datos oficiales para decir que al cierre del segundo trimestre de 2024 la tecnología 4G contabilizaba 40,9 millones de accesos y representaba el 86,1 por ciento del total, mientras que 5G contabilizaba 2,1 millones, equivalente al 4,4 por ciento del total de los accesos a Internet móvil.
El posicionamiento del país en su plan para erigirse como hub digital regional con nubes, infraestructura y capacidad de datos también forman parte de este balance, disponible aquí.
¿Y de la ciberseguridad, qué dice?
Durante el primer semestre de 2023, Colombia recibió 5.000 millones de intentos de ciberataques y eso lo ubicó como el cuarto país más amenzado de América latina, después de Brasil, México y Venezuela. También precisa que en 2024 se reportaron 77.866 denuncias por delitos informáticos, que representaron un aumento del 23 por ciento con respecto al 2023 (63.249 denuncias).
Pero hay más. Dice que los hurtos por medios informáticos fueron el delito con mayor cantidad de denuncias en 2024, al totalizar las 37.409; y que registró un crecimiento del 20 por ciento interanual, lo mismo que su nivel de complejización técnica.
“El panorama mundial de la ciberseguridad ha cambiado drásticamente en los últimos años, especialmente por los avances de tecnologías emergentes como la IA, el blockchain y la computación cuántica, que han permitido que las amenazas y los ataques sean cada vez más sofisticados. Asimismo, el factor humano sigue siendo un elemento importante. La falta de habilidades con respecto a la ciberseguridad y el uso no responsable de las tecnologías digitales facilita que los ciberdelincuentes exploten vulnerabilidades y con mayor frecuencia se materialicen conductas criminales”, dice el trabajo. También advierte sobre la necesidad de “que la ciberseguridad se convierta en un componente estructural del ecosistema digital global y que los países dediquen recursos e incrementen esfuerzos por tener un entorno digital seguro, confiable y resiliente”.
¿Qué propone el informe?
“Primero: Colombia aún no tiene una política o estrategia nacional vigente de ciberseguridad o seguridad digital”, dice el trabajo y recuerda que, a pesar de las iniciativas dada, esta nueva estrategia aún sigue en proceso de elaboración.
“Segundo: el Gobierno Nacional no cuenta con una agencia de ciberseguridad. Si bien el país tiene un modelo de gobernanza para la seguridad digital, este aún está en proceso de implementación y consolidación”, dice y destaca que aunque existan entidades que bregan por la seguridad del entorno digital, “estas no cuentan con las capacidades y alcance suficientes para ejercer el liderazgo estratégico integral requerido en cuanto a seguridad digital”.
A lo largo de sus más de 100 páginas, el trabajo hace un abordaje integral normativo, de largo y corto plazo, con foco en lo urgente y lo estratégico. Un buen punto de partida.
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