La geopolítica y la inteligencia artificial (IA) como herramienta súper poderosa para lograr objetivos como el del desarrollo económico también genera preocupaciones porque su uso indebido puede afectar la vida en democracia. Por eso las normas avanzan y retroceden casilleros como en un juego de mesa, porque la estrategia apremia. Y, como en muchos aspectos de la vida y los negocios, hay dos bibliotecas enfrentadas que, en este caso, separan aguas entre la idea de la regulación y de la no regulación. Pero nada es tan permanente como el cambio… también en Europa.
La Unión Europea (UE) ya sentó las bases de una regulación para la IA que, vigente desde hace un semestre, propone un modelo de gobernanza basado en la idea de que el desarrollo incluye diversos niveles de riesgo e impacto y, con ello, obligaciones para los creadores. La idea logró consensos entre muchos gobiernos y organismos internacionales, alrededor de los que se celebraron pactos globales, pero que muchas veces cuestionó la industria. Para las empresas que tienen intereses en el desarrollo económico de la IA, la regulación supone la inhibición a la innovación.
Con todo, aquella normativa europea de IA, junto a la de servicios digitales, aspiró a contener y enmarcar la innovación de cara a garantizar usos éticos, en preservación de los derechos de las personas y la vida en democracia.
Por estas horas, y en la misma semana en que se desarrolló la Cumbre de la IA en París, cuyo documento final abogó por avanzar con el desarrollo de una IA inclusiva y abierta, y que también involucró anuncios de inversión; se conoció que Henna Virkkunen, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de la política digital, adelantó que simplificará la normativa y que buscarán una implementación “más amigable para las empresas”.
¿Presiones corporativas? Los artículos periodísticos que dan cuenta de este cambio en la perspectiva regulatoria de la UE lo niegan y citan frases de la funcionaria, sobre su apuesta por el desarrollo, pero lo mencionan como parte del contexto en el que se inscriben.
Así lo publicó Reuters en un artículo en el que se detalla cómo, tras la asunción del presidente estadounidense Donald Trump, se rompieron las barreras de protección de la IA previstas por su predecesor y se flexibilizó la regulación.
E hizo lo propio el portal Telecoms, donde también se tomó el dato y se citó una entrevista realizada por Financial Times a Virkkunen, en la que se corrobora ese impulso desregulador. Se la cita decir que la UE quiere “ayudar y apoyar” a las empresas al momento de aplicar la normativa de IA, para impulsar la competitividad, y que en abril se publicaría un nuevo código de prácticas oficiales vinculadas a la IA en el que se instrumentaría limitando los requisitos de presentación de informes.
En lo que a la región respecta, se trata de una normativa que inspiró otras iniciativas, como la promoción de la actividad en Brasil y en Chile, ambos territorios en los que se celebran los esfuerzos mancomunados para garantizar una IA soberana.