Rodolfo Neri Vela es el primer astronauta mexicano y el primer representante de un país latinoamericano en una misión de la NASA, un hito que sucedió hace 40 años y que hoy, en tanto especialista de la industria, se manifiesta preocupado por los cambios que la administración de gobierno de su país introdujo en el sector e insta a no cerrar la Agencia Espacial Mexicana (AEM). Además, plantea la importancia de refundar la industria satelital local y de retomar las iniciativas regionales, pero también de promover la formación de talentos y de facilitar el recambio generacional.
Un rápido resumen por el recorrido profesional de Neri Vela arroja que en 1985 orbitó la Tierra 109 veces en el transbordador espacial Atlantis; misión en la que se colocaron tres satélites de comunicaciones. Tiempo después, partició en la Agencia Espacial Europea, en Holanda, en el proyecto de la Estación Espacial Internacional (aún vigente). Conferencista y autor de libros de divulgación científica, Neri Vela es miembro de la Academia de Ingeniería, del Colegio de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, y de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Y además se enlista entre los promotores de la creación de la Agencia Espacial Mexicana, concretada en 2010 pero que parece entrar en extinción.
¿Qué opinión le merece el escenario satelital mexicano actual?
En México hay una tradición muy larga, muy antigua, de servicios satelitales. Comenzamos en 1985, hace 40 años, cuando se lanzaron los satélites Morelos 1 y Morelos 2. México se convirtió, en aquel entonces, en uno de los primeros países del planeta en contar con satélites propios; al igual que Brasil.
Los satélites Morelos sirvieron mucho para el desarrollo del país y para ampliar las comunicaciones, para que se instalaran las primeras grandes redes de las empresas y de los bancos por todo el territorio nacional. Luego, siguieron los satélites Solidaridad y otros, y actualmente, se cuenta con el sistema MEXSAT, que iba a consistir de tres aparatos, pero uno de ellos se perdió por una explosión el día del lanzamiento. De modo que quedaron dos, que sí llegaron a su destino y que el gobierno utiliza en la actualidad. Estoy hablando de un aparato para servicio fijo satelital, conocido como el satélite Bicentenario, y otro aparato que se utiliza para comunicaciones móviles en la banda L.
El satélite que ha causado inquietud, incertidumbre en la actualidad, es el Bicentenario de servicio fijo, porque se lanzó antes que el de comunicaciones móviles y hay mucha ausencia de información. Esto ha causado la inquietud del sector privado, de las instituciones educativas y de la población en general. Hace unos meses, la presidenta de México dijo que se lanzaría un satélite propio, pero fue lo único que dijo: no precisó si ya tenían las especificaciones técnicas, qué bandas de frecuencia usaría, para qué aplicaciones, si sería complementario al Bicentenario, que opera actualmente… no han dicho nada.
También se habló de una misión espacial en 2027, que sería una misión latinoamericana 100 por ciento y que usted cuestionó. Dijo que era ridícula, si no leí mal.
Si, se anunció, por un lado, el lanzamiento de un satélite propio y, por otro lado, una misión latinoamericana. De la misión latinoamericana, francamente, nadie sabe qué final tendrá. Creo que dijeron misión latina, no latinoamericana y también allí hay muchas indefiniciones, poca claridad. Podría ser una misión entre mexicanos y latinos estadounidenses, o podría ser una misión realmente latinoamericana, donde participe alguien de Argentina o de Colombia, no lo sé. Pero, precisamente, la falta de claridad es lo que ha ocasionado mucha incertidumbre. Y si le sumas la posible desaparición de la Agencia Espacial Mexicana, se ha creado un ambiente de mucha efervescencia y dudas alrededor de todo esto.
Claro, lo que se dijo es que la Agencia no desaparecerá sino que formará parte de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), una meta agencia que empieza a reunir y a interactuar sobre las tareas que hacían distintos organismos, y que provocó, por ejemplo, la renuncia del director. ¿Cómo ve ese escenario? Usted plantea que hay incertidumbre, ¿respecto de la estrategia país?
Sí, no hay definición sobre los detalles. Las letras chiquitas no han sido reveladas. Son anuncios muy amplios y muy vagos, sin detalles. Me parece que todavía hay mucha secrecía, mucha demagogia, porque es muy fácil decir que no va a desaparecer, que se va a fortalecer y que se va a anexar a tal institución. Pero, ¿cómo se va a fortalecer si, en primer lugar, se quiere que la Agencia Espacial Mexicana sea absorbida por una agencia de transformación digital que, desde sus orígenes, no es una agencia para realizar investigaciones científicas o para desarrollar tecnologías.
La ATDT es una agencia para dar servicios del Estado y una institución cuya responsabilidad sea la de dar servicios, apoyándose en lo que exista. Entonces, no se va a preocupar o no le va a dar la importancia necesaria a otras áreas que sí requieren de una entidad especializada, como la investigación, la divulgación científica, la atención a las juventudes, que es lo que hace la Agencia Espacial Mexicana sí brinda.
Y también viene el asunto del presupuesto. Algunos especialistas en telecomunicaciones de aquí, de México, han cuestionado que, a lo mejor, no alcanza para todos los objetivos de digitalizar el 80 por ciento de los trámites administrativos del país. Yo no entiendo por qué quieren absorber a la Agencia Espacial Mexicana, que tiene un presupuesto pequeñísimo, que es como comparar un cacahuate con un melón, que es el presupuesto de la ATDT.
¿Para qué quieren absorber el raquítico presupuesto de la Agencia Espacial Mexicana? Eliminar, tal vez parte del personal, ahorrarse unas cuantas plazas, desmantelar los recursos humanos que han sido creados a través de más de 10 años, desde que comenzó a operar. Creo que son ocurrencias que no van a cristalizar en progresar o en fortalecer un programa espacial mexicano.
Comencemos por la dirección, dentro de la ATDT, que supuestamente se va a encargar de todo esto: se llama “Dirección General Satelital”. Desde el nombre ya comienzan las dudas: se van a enfocar en satélites, que es solamente una de las áreas que toda agencia espacial debe de abarcar. Y pregunto, ¿acaso van a ignorar todas las demás áreas necesarias de una agencia espacial? Quién sabe. ¿Para qué quieren desaparecer a la Agencia Espacial Mexicana, en lugar de fortalecerla con más presupuesto?
Y, por otro lado, para el público de toda América Latina me surge otra pregunta ¿qué va a suceder con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños? Que, desde hace cinco años, cuando México tuvo la presidencia pro tempore de la CELAC, el entonces canciller mexicano, el licenciado Marcelo Ebrard, me solicitó una videollamada que lo atendí con mucho gusto. Me dijo que habían hecho una encuesta entre todos los países de América Latina sobre cuáles eran los temas que les interesaban en ese momento, y el tema número uno era cooperación espacial. Entonces, se le ocurrió sugerir la creación de una agencia espacial latinoamericana.
Una agencia regional…
Yo le di mi punto de vista y consejos, porque yo trabajé con la Agencia Espacial Europea y conozco la forma en que una agencia espacial multinacional funciona. Le dije que una cosa sería la agencia espacial latinoamericana, cuyas siglas son ALCE; y otra cosa son las agencias espaciales nacionales. Por ejemplo, en Europa está la Agencia Espacial Europea, a la que todos los países socios aportan presupuesto; pero además ellos protegen su tecnología y su ciencia internas. Existe la agencia espacial en Francia, en Alemania, en Italia, etcétera, y además ellos participan en proyectos europeos.
¿Cómo vas a participar en proyectos latinoamericanos si ya no vas a tener una agencia espacial nacional? Me parece ilógico. Del futuro de este intento de agencia espacial latinoamericana, no sabemos qué fin va a tener. Nació dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Cancillería, y sigue allí.
Hace cinco años, 21 países dijeron que sí, que querían cooperar e impulsar el desarrollo, y quedaron de acuerdo en que, para que se ratificara la creación de la agencia latinoamericana, tenían que firmar 11 países. Y ya firmaron 11 países, pero muy pequeños. Los más fuertes económicamente no han firmado: no ha firmado Argentina, no ha firmado Brasil, Chile, Colombia, etcétera. Entonces, si no han firmado, ¿cómo puedes pensar en una misión latinoamericana con astronautas? Hay muchos absurdos y muchos vacíos.
Hablando de la región ¿cómo ve el desarrollo de la industria satelital regional?
Argentina ha hecho cosas importantes en materia satelital. Hace varios años construyó, con la NASA, un satélite para monitorear los mares y no sé qué otras cosas. Chile también ha tenido avances importantes. Brasil, es de los pioneros. Visité, hace cerca de 40 años, las instalaciones de investigación espacial en Brasil y ya hacían cosas muy importantes.
En materia de desarrollo espacial y de tecnología, siento que Argentina y Brasil van muy por delante, mucho más que México. Y en México tenemos que invertir más, tenemos que seguir creando recursos humanos, instalaciones de investigación para hacer pruebas, para ensamblar prototipos, en lugar de desaparecer la Agencia Espacial Mexicana con el pretexto de que se va a fortalecer.
En distintos medios he tratado de defender la existencia de la AEM, y lo que me da tristeza, es que las instituciones más fuertes de México que deberían de pronunciarse, no lo han hecho. Por ejemplo, la UNAM, que es la universidad más importante del país, no ha dicho nada.
Que, inclusive, estaba en proyectos con la Agencia.
No ha dicho nada sobre la desaparición de la Agencia Espacial Mexicana. El Instituto Politécnico Nacional no ha dicho nada. Los tecnológicos, las universidades politécnicas, las academias de ciencias, de ingeniería no han dicho nada. Creo que ni siquiera las sociedades de estudiantes de ingeniería aeroespacial del país han externado su preocupación, su reclamo. Y yo ya me convertí en una persona incómoda, francamente. Soy el único que en un 90 por ciento está defendiendo, como puede, que siga viva la Agencia Espacial Mexicana. Pero no, es difícil saber qué va a ocurrir porque ha habido un silencio total del gobierno mexicano sobre ese tema.
Circula la idea de que se busca virar el foco del desarrollo satelital del país, ya no hacia la exploración, sino hacia la infraestructura de telecomunicaciones y hacia la seguridad nacional. ¿Usted ve que estas medidas estén en ese sentido? Y en tal caso, ¿qué se perdería si no se apostara por la investigación?
Lo que pasa es que hay que tener una visión a largo plazo, de estrategia nacional, de progreso, de no quedarse demasiado rezagados con relación a otras potencias. Obviamente, los servicios satelitales son importantes para brindar servicios de todo tipo, pero querer reducir todo a tecnología satelital, ni siquiera propia, sino comprada, adquirida del extranjero, me parece un error muy grave, porque la humanidad avanza. Todos sabemos las maravillas que hacen la India, Japón, Europa, Estados Unidos, hasta los Emiratos Árabes, que han invertido mucho en desarrollo espacial, que ya enviaron un satélite al planeta Marte, y nosotros no hacemos nada de eso, es la realidad.
Entonces, sí, hay que invertir para fortalecer a las universidades, los centros de investigación y no ignorar a todas las áreas de investigación y desarrollo tecnológico que corresponden a un verdadero programa espacial. No se debe de reducir a algo pequeño, aún con la importancia que tiene pero que es solamente un porcentaje de todo lo que se puede hacer en tecnología espacial, a satélites para dar servicios, porque vamos a quedar condenados a siempre y para siempre a depender de las empresas extranjeras. El tiempo corre y habrá que comprarles ese satélite.
Yo puedo asegurar que este satélite que menciona el nuevo gobierno no va a tener componentes nacionales, porque si lo quieren lanzar dentro de dos o tres años, pues, y no hay instalaciones, ni siquiera para hacer pruebas de vibración, de alto vacío, de cambios térmicos muy bruscos, como ocurren con un aparato en el espacio. No se va a lograr nada y ninguna potencia que tenga el conocimiento y empresas que fabrican satélites va a venir a instalar una planta aquí sólo para construir un aparato porque no tiene ninguna lógica.
Ve incertidumbre.
Sí, le veo muchos vacíos, muchos huecos, mucha incertidumbre y a mí me gustaría que el gobierno mexicano diese más detalles, que no quieran tapar el sol con un escueto boletín de prensa, con cosas muy vagas. El tiempo corre y es fundamental asegurar un poquito de progreso en materia tecnológica para la nación, motivar a las juventudes, frenar un poco la fuga de cerebros que sigue existiendo, aunque lo nieguen las autoridades. Es muy bonito escuchar que un argentino, un colombiano o un mexicano ha triunfado en la NASA o que trabaja en los laboratorios de propulsión a chorro en California, o en Canadá, o en Francia, o en Alemania. Es muy bonito y nos llena de orgullo, pero ¿por qué se van? Porque aquí no encuentran oportunidades.
Muchos jóvenes que se van a hacer sus doctorados con becas a los países más avanzados tienen deseos de regresar a trabajar aquí y resulta que no hay plazas, les ofrecen salarios bajísimos y creo que -aunque no tiene mucho que ver con el tema de telecomunicaciones- que hay que reformar para que los jóvenes que quieran regresar al país con los conocimientos más avanzados del momento, se puedan integrar a la comunidad científica y a los centros educativos. Y esa es la reforma, una ley que obligue al personal académico de todas las universidades a jubilarse a cierta edad.
Esto no sucede solo en Francia o en otros países, donde a los 60 o 65 años ya se tienen que jubilar y dejar la plaza para los jóvenes. Aquí tenemos investigadores que ya tienen 90 años de edad o más, y que obviamente ya no son muy productivos. Les decimos las vacas sagradas, porque son intocables y no dejan libre la plaza para que los jóvenes puedan ganar bien y tener derecho a adquirir su casa, a tener una familia, etcétera.
Hace ya unos ocho o 10 años fui a Lima, Perú, me invitaron a dar una conferencia a una especie de congreso. En el hotel donde me hospedaron también se alojaba un doctor especialista en cultivos, en agronomía. Me contó que pronto se iba a ver obligado a jubilarse, ¿por qué obligado? Porque en Perú así es la ley: después de cierta edad, hay que dejar las plazas para las nuevas generaciones. Esto, en México, es un tema tabú y creo que es necesario ponerlo sobre la mesa.
Si, conocemos su preocupación sobre la cuestión del desarrollo y la promoción de la investigación en las juventudes, que es muy interesante y urgente por la necesidad de contar con recursos humanos formados que permitan avanzar con el desarrollo que se propone. Pero se nos termina el tiempo, y no quería dejar de preguntarle por su experiencia hace 40 años en el transbordador espacial Atlantis. En aquella oportunidad también había un fuerte foco en lo satelital. Hoy los satélites que se están lanzando por todos lados son los MEO y, sobre todo, los LEO. ¿Cómo ve ese desarrollo de estos 40 años de la industria satelital?
Ha dado brincos muy vertiginosos. Obviamente, las constelaciones de órbita baja son atractivas porque los satélites están bastante cerca de la Tierra y se permite la comunicación con equipos de poca potencia, económicos. Pero también tenemos que pensar en que hay algo de riesgo en saturar el espacio exterior con decenas de miles de aparatos que pueden salirse de control, chocar con otros, producir mucha chatarra espacial. De modo que el tema de la limpieza del espacio exterior también es muy muy importante.
Hace unos años se empezó a trabajar en esa estrategia desde la NASA, inclusive. ¿Cree que se mantendrán esos proyectos?
Son proyectos, son intentos que no han fructificado mucho porque el espacio exterior es muy grande, desde luego, y podría argumentarse entre satélite y satélite hay miles de kilómetros de distancia; pero cuando hay una colisión se producen miles y miles de fragmentos que salen despedidos a miles de kilómetros por hora, que van a quedar en distintas orbitas, en distintos planos alrededor del planeta. Y, pensando a futuro, van a ser un riesgo para los viajes tripulados hacia la luna o el planeta Marte.
Imagínate que la aviación en particular: si cada vez que despega un avión, se sabe que se van a encontrar a 30.000 pies de altura un montón de chatarra que evadir. Hay muchos temas al respecto. Obviamente, los sistemas de orbita baja, los de órbita intermedia y los geoestacionarios, tienen sus ventajas y desventajas
¿Quedó algo en el tintero?
Que hace 40 años, un mexicano llegó a las instalaciones de la NASA en Huston, donde nunca habían recibido a un representante de un país latino, para ser entrenado, para participar de una misión tripulada. Me sentí muy honrado, fue un privilegio. Este año estamos celebrando el 40° aniversario y, ojalá el gobierno mexicano, independientemente de las diferencias, hiciera una demostración de interés para beneficios de las nuevas generaciones, por conmemorar y celebrar este hito, este hecho histórico, de que México tuvo su primer astronauta en órbita terrestre hace 40 años. Su único astronauta oficial hasta la fecha. Sería magnifico que no pase desapercibido.