Tu quoque, que en latino significa “tú también”, es una forma de argumentación que consiste en rechazar un razonamiento por considerarlo inconsistente, y es una de las formas que utiliza el argumento ad hominem. Por estas horas, la GSMA eligió ese camino para abordar el debate sobre la contribución justa (fair share) y contrastar lo que considera real de lo que valora del orden del mito, en relación a este tema. Porque aunque termine 2024, la polémica acerca de cuál es la ecuación más adecuada para afrontar el costo de montar, mejorar y mantener las redes de telecomunicaciones, pero también de la posibilidad (o no) de generar nuevos mecanismos de monetización y negocio, parece lejos de llegar a su fin.
Esas disquisiciones sobre la falacia y la retórica, sobre las que Aristóteles escribió y estructuró en los orígenes de la historia (se cree de alrededor del año 329 aC), sirven para entender el movimiento de ajedrez argumentativo que, por estas horas, realiza la GSMA. El tema, claro, vinculado a la constribución justa de las redes de telecomunicaciones se inscribe en un momento y en un tablero en el también intervienen actores de porte, como lo son las big techs. Aunque también hay reguladores que ya dijeron que este tipo de ecuaciones no tienen lugar.
Para desarmar esas lógicas argumentativas, la GSMA reunió y desglosó seis ideas fuerza en un nuevo reporte que se titula “Grandes generadores de tráfico y uso de la red: mitos y realidades”.
Disponible aquí, el reporte dice en sus primeras líneas que “lo actores del ecosistema digital y los encargados de la formulación de políticas públicas han estado debatiendo acerca de la viabilidad de proponer pagos para el uso de la red por parte de los grandes generadores de tráfico (GGT) de internet a los operadores de red y los proveedores de servicios de internet (ISP)” y sentencia que eso pagos “se proponen como una solución basada en el mercado que podría mejorar los resultados para los consumidores y ayudar a lograr las metas de inversiones, conectividad y de inclusión digital”.
Un debate global
El planteo vinculado a repartir los gastos de expansión, uso y mantenimiento de las redes de telecomunicaciones no es nuevo ni está atado a alguna geografía o coyntura particular: se da en todo el mundo desde hace, al menos, una década. Y, aún a pesar del recorrido, sigue generando controversias.
En Brasil, hace algunas semanas, un proyecto de la Comisión de Comunicación logró consenso en la Cámara de Diputados para impedir que las operadoras de telecomunicaciones le cobren a las plafatormas un canon por la generación de tráfico de datos. Diferente de lo que sucedió en Italia, donde el ministro de Industria, Adolfo Urso, dijo que el país analiza la forma para que las grandes empresas digitales compartan el costo de desarrollar la infraestructura necesaria.
En Canadá, por ejemplo, ya se incorporó un mecanismo al estilo fair share, y desde hace un semestre las plataformas de streaming están obligadas a pagar al fisco el cinco por ciento de sus ingresos allí. Y fue hace justo un año, que el regulador Belga, el BIPT, consideró que todo el argumento de base, exhibido a favor de esta idea, carecía de demostración y puso paños fríos al debate.
¿Qué dijo la GSMA sobre los mitos del fair share?
Que la cantidad de tráfico no influye en los costos de la red, que cobro directo a las grandes plataformas implicaría cobrar dos veces por el mismo servicio, que los operadores podrían cobrarles a los usuarios finales por el volumen de tráfico que generan, que los grandes generadores de tráfico ya invierten en la infraestructura digital, que los pagos directos son poco frecuentes porque el modelo actual funciona y es aceptado por el mercado”; y que “los pagos directos van en contra de una internet abierta”, son los seis mitos que la GSMA aborda en este reporte que circula pocas semanas antes que termine el año.
Al momento de desglosar los argumentos esgrimidos en lo que valora mitos, la GSMA advierte que la cantidad de tráfico existente “impacta tanto en los gastos de despliegue como en los costos operativos (porque) la distribución de las estaciones base, los requerimientos de actualización tecnológica y las inversiones en espectro aumentan según se precise gestionar poco, medio o alto tráfico”.
Inclusive, advierte que “el fair share permitiría corregir la disparidad actual, en la que los usuarios finales terminan subsidiando a los usuarios intensivos de las redes, Meta, Alphabet y TikTok que, en un relevamiento previo, se los acusó de generar más del 70 por ciento del tráfico.
Para la GSMA, otro de los mitos que giran en torno al tema de la contribución justa es el que asegura que “los operadores podrían cobrarles a los usuarios finales por el volumen de tráfico que generan” y asegura que “esto implicaría poner la responsabilidad y la carga del uso eficiente de las redes sobre millones de consumidores, que deberían aprender a monitorear su uso de los datos, a pesar de no tener control sobre la cantidad de anuncios que ven o la calidad de los videos en línea. Por el contrario, las grandes plataformas están capacitadas y tienen los recursos para gestionar de forma más eficiente su propio tráfico”.
Inclusive, este organismo que representa los intereses de lo operadores apunta contra esa idea de que los grandes generadores de tráfico “ya invierten en infraestructura digital” y advierte que “las inversiones de las grandes plataformas ―en cables submarinos, centros de datos y redes de distribución de contenido (CDN, por sus siglas en inglés)― optimizan la transmisión de datos desde sus propios servidores hacia las redes”.
Inclusive, subraya que “además de limitarse a beneficiar contenido propio, casi el 80 por ciento del total de los costos de las redes proviene de las redes de acceso” y compara las inversiones realizadas en 2022 en transporte y distribución de las redes: mientras que las plataformas de internet invirtieron aproximadamente 7.600 millones de dólares, las inversiones de capital de los operadores de red ascendieron a 200.000 millones de dólares.
A su vez, plantea como mito la posibilidad de implementar este tipo de pagos directos o contribuciones por uso de la red y advierte que su adopción está limitada por regulaciones. “Reglas sobre la neutralidad de la red, obligaciones de servicio universal y de calidad y demás normas sobre peering e interconexión restringen el poder de negociación de los operadores de red”, explica el organismo y también cuestiona la idea de que este tipo de aportes vayan en contra de la idea de una internet abierta. “Los pagos son compatibles con los principios de no discriminación y apertura de internet ya que pueden aplicarse por unidad de datos a los proveedores de gran escala, y no por tipo de tráfico o proveedor específico”, explica.
Para la GSMA, este análisis de seis mitos “revela las limitaciones del modelo actual y la posibilidad de hacer cambios para mejorar la capacidad de las redes y la experiencia de los usuarios” y plantea que como las plataformas pueden gestionar el volumen de tráfico que generan ―por ejemplo, mediante la optimización de la calidad de video― “están mejor posicionadas que los consumidores para abordar este desafío”.
En suma, este trabajo concluye que “una reforma regulatoria que permita los cobros por el uso de la red a los grandes generadores de tráfico podría incrementar los incentivos para un uso más eficiente de este recurso público”.
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