La industria satelital va a toda velocidad y, hasta ahora, nadie le ha puesto el freno ¿por qué alguien debería hacerlo?. En días en los que podemos hablar de la gran riqueza que puede generar el sector satelital de forma directa o indirecta, emerge un actor inesperado que lo puede cambiar todo: la sostenibilidad del espacio exterior. Esta si que no la vimos venir del todo.
En una carta dirigida a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés), más de 120 investigadores de instituciones como Columbia, Harvard y Princeton, han hecho un llamado urgente para detener el lanzamiento de nuevos satélites destinados a crear mega-constelaciones hasta que se realicen evaluaciones ambientales exhaustivas. La misiva, que tiene como destinataria a Julie Kearney, jefa del Buró Espacial de la FCC, destaca la preocupación de la comunidad científica respecto a los impactos potenciales de estas constelaciones en la atmósfera y el espacio.
El aumento del número de satélites en la órbita baja de la Tierra ha sido rápido y dramático: en los últimos cinco años, la cantidad de satélites grandes en esta órbita ha crecido 127 veces, liderada principalmente por SpaceX. Con estimaciones que sugieren el lanzamiento de 58.000 satélites adicionales para el año 2030, y otras propuestas que contemplan lanzar hasta 500.000 satélites más, los investigadores advierten que los riesgos ambientales son en gran parte desconocidos debido a la falta de revisiones ambientales por parte del gobierno federal.
“No deberíamos apresurarnos a desplegar una tecnología no probada y poco investigada en nuevos entornos sin un análisis completo”, escriben los investigadores. La carta enfatiza que el proceso actual de aprobación de licencias por parte de la FCC, que se basa en un sistema de “primero en llegar, primero en ser servido”, carece de las políticas necesarias para evaluar los efectos acumulativos de todas las mega-constelaciones propuestas.
Los firmantes de la carta, que incluyen a prominentes astrofísicos y expertos en medioambiente, solicitan a la FCC pausar los nuevos lanzamientos de satélites de órbita baja hasta que se realicen revisiones ambientales nacionales e internacionales. Además, instan a la FCC a poner fin a la exclusión categórica de estos satélites respecto a la Ley Nacional de Política Ambiental (NEPA, por sus siglas en inglés). La exención de revisiones ambientales para proyectos de tamaña escala, como el lanzamiento de miles de satélites, “ofende al sentido común”, señalan los investigadores.
La carta también resalta la necesidad de un marco regulador precautorio que gestione lo que denominan “nuestro último recurso compartido”. Los científicos indican que, hasta que exista una coordinación adecuada entre las agencias nacionales e internacionales, no se debe permitir que los intereses comerciales dicten las reglas de esta nueva frontera. La misiva concluye que “en este corto periodo de tiempo en que podemos evitar arruinar el espacio y la atmósfera, deberíamos actuar con responsabilidad para prevenir daños futuros en lugar de pasar décadas tratando de limpiar el desorden”.
La creciente preocupación de los investigadores se centra no solo en los riesgos potenciales para el ambiente espacial, como la acumulación de basura orbital, sino también en los efectos sobre la atmósfera, la astronomía, el clima y la aviación. Consideran fundamental que la FCC trabaje estrechamente con otras agencias federales, como la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y la NASA, para garantizar que cualquier decisión sobre la regulación de satélites se tome con base en estudios rigurosos y coordinados internacionalmente.
La carta ha recibido atención no solo por las instituciones de prestigio a las que pertenecen los firmantes, sino también por el eco creciente entre otros expertos que exigen regulaciones más estrictas para la exploración espacial comercial. Con el objetivo de garantizar el acceso a Internet global sin consecuencias desconocidas para el medio ambiente, los investigadores abogan por un desarrollo tecnológico que no comprometa el futuro del planeta.