Portugal continuará prohibiendo los equipos de Huawei en las redes 5G de las empresas de telecomunicaciones, a pesar de que el costo proyectado para el recambio de dispositivos es uno de los más altos de Europa, en relación con ese mercado.
En mayo de 2023, bajo el gobierno socialista anterior, la junta de ciberseguridad CSSC de Portugal prohibió el uso de equipos chinos en las redes móviles 5G de alta velocidad, así como en las plataformas 4G utilizadas como base para la nueva tecnología.
El CSSC es el órgano consultivo del primer ministro y su decisión fue un golpe a los esfuerzos del gigante tecnológico chino Huawei por ingresar al mercado 5G de Portugal y posiblemente extender los contratos existentes, informó la agencia de noticias Reuters.
“Hay ciertas políticas que deben tener continuidad y la seguridad es una de ellas”, dijo el ministro de Infraestructura, Miguel Pinto Luz, a la emisora NOW, integrante del gobierno asumido en abril pasado.
A Europa y Estados Unidos les preocupa que la participación china en infraestructura crítica pueda comprometer la seguridad, opinión que rechazada una y otra vez por Beijing y Huawei. En septiembre, la proveedora china presentó una demanda ante un tribunal de Lisboa contra la medida del CSSC.
Pinto Luz dijo que el grupo de trabajo que respaldó la posición de la CSSC destacó la necesidad de hacer que el sistema de telecomunicaciones sea “menos permeable” a las amenazas potenciales.
Reconoció que Portugal estaba adoptando una línea más estricta que algunos países europeos y más en línea con Estados Unidos, pero dijo que “el mundo ha cambiado… y hay una guerra económica y geopolítica cada vez mayor entre los dos polos”.
Los principales operadores de telecomunicaciones de Portugal, Altice, NOS, y Vodafone anticiparon que no utilizarán la tecnología de Huawei en las redes centrales 5G, pero aún tendrían que deshacerse de los equipos en toda su infraestructura.
Un estudio de la consultora EY para Huawei, publicado el lunes, estimó que la exclusión de la tecnología china podría costarle a la economía portuguesa más de 1.000 millones de euros (1.100 millones de dólares), incluidos 339 millones de euros en costos de reemplazo.
Sin embargo, el ministro restó importancia a esto, diciendo que los operadores tendrían “una amplia ventana de tiempo” para reemplazar el equipo.