La cuestión satelital ahora sí tiene un tinte más político que nunca. China lanzó este lunes el primer grupo de satélites LEO que conformarán la Constelación de las Mil Velas, que prevé desplegar más de 15.000 aparatos de este tipo. El objetivo es competir de manera directa con Starlink y su dominio de los cielos. Al menos en términos de conectividad de este tipo.
La empresa estatal Shangai Spacecom Satellite Technology (SSST) concretó este primer paso desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Taiyuan, uno de los más importantes que posee este país, ubicado en la provincia de Shanxi, al norte del territorio chino, según informó el medio de ese país, China Securities Journal, reproducido por la agencia Reuters.
Que el objetivo es competir de manera directa con la constelación de SpaceX surge de Plan G60 Starlink, el nombre alternativo que recibe la Constelación de las Mil Velas. La decisión de poner en marcha este proyecto -como parte de tres del mismo tipo que planea el país- se tomó luego que los investigadores chinos del Ejército Popular de Liberación (EPL) estudiaran durante los últimos dos años el despliegue de Starlink en la guerra de Ucrania.
Esa observación los llevó a advertir sobre los riesgos que esa constelación representa para China, en caso de que el conflicto geopolítico que mantiene con Estados Unidos termina escalando en algo más riesgoso, a nivel militar, señala Reuters. En enero pasado, un vocero del EPL describió el despliegue de Starlin como una “seria amenaza para la seguridad de los activos espaciales de varios países”.
Es lo que explica que la Constelación de las Mil Velas sea sólo la primera de tres planes satelitales idénticos que China quiere poner en el espacio como modo de cerrar la brecha que hoy la separa con Starlink. Y con Estados Unidos, que lidera la industria espacial de la actualidad, aunque ahora de la mano de las inversiones privadas.
Cientos de satélites en órbita
En principio, el plan de SSST es lanzar 108 satélites este año, otros 648 hacia finales de 2025 y llegar, de ese modo, con una cobertura global de cara a 2027. Para 2030, la compañía espacial china se fijó el ambicioso objetivo de poner en órbita unos 15.000 satélites.
Imagen creada con chatGPT
Shanghai Spacecom Satellite Technology fue fundada en 2018, por Shanghai Alliance Investment e incubada por un instituto de investigación de la Academia de Ciencias de China. A principios de este año obtuvo un fondeo por 933 millones de dólares (6.700 millones de yuanes) para la construcción su constelación, tal como se supo en febrero pasado. El dinero fue aportado por un venture capital creado por el Fondo Nacional de Transformación y Modernización de la Manufactura (NMTUF), dijo CAS Star,
De ese fondo también participan el Ministerio de Finanzas de China y empresas estatales como China Tobacco. También Guosheng Capital, vinculada a la autoridad de Shanghai, Hengxu Capital, respaldada por el fabricante de automóviles estatal chino SAIC, y CAS Capital, una firma de inversión diferente asociada con la Academia de Ciencias de China, según informó en ese momento CAS Star, empresa china de capital de riesgo.
Starlink continúa con sus lanzamientos
Mientras en China se articulan estas acciones para competirle a Starlink y a las constelaciones LEO futuras previstas, como OneWeb y Kuiper, de Amazon, la compañía de Elon Musk continúa reforzando su constelación. El último domingo, lanzó 23 nuevos satélites LEO desde la base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California. Se trató del sexto vuelo del cohete Falcon 9, que anteriormente lanzó el USSF-62 y ahora cinco misiones Starlink. Más allá de China, Starlink también necesita dar muestras de consolidación ante la competencia de otras compañías, como AST Space Mobile,
En la actualidad, Starlink cuenta con más de 6.000 satélites en órbita, con autorizaciones para enviar al espacio otros 12.000 vehículos, y solicitudes para lanzar otros 30.000 más con el objetivo de brindar y potenciar su cobertura global. Tiene presencia creciente en América latina donde vende sus servicios desde hace dos años en distintos puntos para llegar, por ahora, a las zona remotas.
Los satélites LEO operan altitudes bajas en comparación con los satélites geoestacionarios (GEO), a una distancia que oscila entre los 150 y los 2.000 kilómetros de la superficie de la Tierra, según la órbita en que se muevan. Tienen la ventaja de ser más baratos y proporcionar una transmisión más eficiente que los satélites en órbitas más altas.
En el futuro estas constelaciones también serán vitales para las comunicaciones directas con los smartphones, servicios conocidos como Direct to Device (D2D), aunque hay quienes interpretan que esta competencia para ocupar las órbitas bajas que rodean a la Tierra también tiene implicancias militares.
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