El metaverso es un mundo digital virtual donde los usuarios pueden participar en lo que su imaginación les permita, pero los peligros y las barreras necesarias, incluídas las implicaciones para la aplicación de la ley, que apenas comienzan a emerger. Para entender los posibles impactos sociales del metaverso, es útil considerar cómo las tendencias tecnológicas a largo plazo podrían influir en él.
La violencia por poder ha sido un elemento básico de los videojuegos durante décadas. Las alarmas levantadas han llevado a etiquetas de advertencia y clasificaciones de contenido, incluso cuando las representaciones violentas se han vuelto más sofisticadas, con detalles casi fotorrealistas. Al mismo tiempo, los mundos digitales se han vuelto más experienciales, ya que los usuarios construyen recursos virtuales, adquieren activos que se pueden comprar y vender utilizando moneda del mundo real, y participan en actividades de realidad aumentada y virtual que van desde recorridos por museos de arte hasta Pokémon GO. Además, una proporción creciente de la interacción social ahora es digital, ya que abarcan relaciones personales y románticas, así como foros para expresar y amplificar opiniones sociopolíticas.
Estos factores, tanto individualmente como en combinación, se intensifican en un metaverso inmersivo que intencionalmente se separa de la realidad pero involucra profundamente a las personas. Desafortunadamente, la tecnología del metaverso también ayuda a los criminales a cometer delitos, a veces de manera horrenda, explotando a los vulnerables, incluidos los niños, perpetrando estafas y proporcionando un mundo proxy para otros comportamientos antisociales. Si bien el potencial criminal del metaverso es distinto de la realidad física, la aplicación de la ley y la sociedad deben moverse rápidamente para abordarlo.
Desafiando suposiciones sobre la definición de delitos
A medida que las autoridades y otros consideran el alcance de lo que constituye un delito en el metaverso, generalmente comienzan injertando leyes existentes del mundo físico en el digital. Hay una lógica inherente a este enfoque, a pesar de sus limitaciones. Muchos delitos de explotación, como el acicalamiento y el fraude, son relativamente familiares en la esfera en línea. Delitos como la intimidación, el engaño y el acoso también existen en el metaverso, y los marcos legales apropiados para estos pueden ser similares o idénticos a los del mundo físico.
Por otro lado, lo que serían comportamientos criminales en el mundo físico puede no serlo en los virtuales. Como han demostrado los videojuegos, algunos entornos virtuales están diseñados para permitir actos de violencia, delitos contra la propiedad y otros comportamientos ilegales o normalmente inaceptables. El consentimiento general de los participantes podría hacer que esos comportamientos sean aceptables de una manera que no es posible en contextos convencionales. No obstante, se necesitan leyes para definir y guiar ese consentimiento para prevenir daños reales por factores como el acoso y la intolerancia, que los sistemas legales actuales pueden no estar bien equipados para abordar.
El metaverso introduce nuevas consideraciones y complejidades en asuntos de derecho civil y penal. Por ejemplo, un usuario podría crear un avatar que se asemeje a una figura pública o lleve un logotipo corporativo, y luego participar en un comportamiento embarazoso o difamatorio. Aunque las leyes existentes abordan tales actos, responder a ellos se complica por el anonimato del propietario del avatar y la falta de directrices claras que obliguen a los proveedores de servicios a suspender cuentas o eliminar contenido.
Limitaciones sistémicas en la aplicación de la ley y el enjuiciamiento
El metaverso, con su espacio rico e inmersivo, abarca inherentemente varias geografías y jurisdicciones, lo que complica los esfuerzos de aplicación de la ley debido a las incertidumbres sobre las leyes nacionales aplicables. Dependiendo de los países involucrados, esta complejidad puede dificultar la interceptación legal de datos o bloquear la extradición de los perpetradores. Las organizaciones criminales podrían ubicarse intencionalmente donde tales ambigüedades legales más les beneficien. Estas preocupaciones reflejan los desafíos existentes en la aplicación de la ley internacional, y a medida que el metaverso se vuelve más prominente y desarrollado, se espera que se vuelvan más críticos.
Las protecciones legales actuales a menudo no son adecuadas para el entorno digital del metaverso. Puede no estar claro, por ejemplo, si el robo de activos del metaverso constituye un delito contra la propiedad. Si una parte robó los suministros en el juego de otra parte, probablemente no haya un recurso legal, lo cual puede ser apropiado. Por otro lado, los activos digitales con valor monetario en el mundo real pueden justificar protecciones legales. Hay un margen significativo para la ambigüedad, que se extiende al sufrimiento emocional de las víctimas y los derechos civiles, lo que destaca la necesidad de definiciones e interpretaciones más claras.
Las autoridades legales ahora tienen una ventana crucial para establecer directrices. Se necesitan políticas claras para definir qué se puede procesar, qué datos se pueden recopilar mediante interceptación legal y qué se requiere de los tribunales u otras autoridades para obligar a esa recopilación. Las leyes deben abordar cómo los operadores del metaverso recopilan y retienen tanto los datos de identidad como los de uso y delinear su obligación de cooperar con la aplicación de la ley. Establecer estas legislaciones, actitudes y procesos para responder y abordar el crimen en el mundo virtual se ha vuelto oportuno y esencial.
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